Tras un año y dos meses con él, debo decir que todo empezó con un giro de tuerca; lo primero que uno nota, es que ir a entrenar deja de ser aburrido. Empiezan a gustarte los entrenamientos, disfrutas con ellos y tienes ganas de ver cómo se plantea la semana siguiente; cada entrenamiento se convierte en un reto. Sin embargo no tenía continuidad; la responsabilidad de una familia, el trabajo y pequeñas lesiones no me permitían alcanzar los resultados deseados.
Hubo un nuevo giro de tuerca hace dos meses, cuando probé el entrenamiento presencial. Hay que ver cuántos movimientos hay en una sola brazada, y cuántos son mejorables. Hoy día me pregunto cómo es posible que nadie me dijera esos errores que llevo cometiendo años, errores que Joel me ha ayudado a identificar y corregir en tan poco tiempo. Cuando uno contrata un servicio de esta clase, espera que la otra parte aporte profesionalidad, disciplina, rigor, compromiso y seriedad entre otras cosas. Joel cumple con creces.