Con su manera de ser y su manera de nadar, un lujo de tío. A Joel me lo presentó en Taliarte, en un entrenamiento de sábado con amigos. Sabía que era entrenador personal, pero no le conocía.

Para mí, ese día comenzó una nueva etapa. Para empezar era la primera vez que nadaba con ese nivel en el mar… de normal iba sólo o con gente más o menos suave ¡aquella peña volaba! Aunque en todo momento iba el más lento con diferencia, Berni y Joel (al que conocía desde hacía cinco minutos) no se separaron de mí en ningún momento ¡De lujo!

De repente al llegar a la playa de Salinetas (manteniendo el tipo, pero asfixiado en realidad), se me acerca Joel y me dice: ¿Te puedo decir una cosa?, es una pena porque no vas mal, pero es que haces un movimiento con el brazo izquierdo que te frena un montón. ¿De dónde sale este hombre? No quise ser plasta, pero en mi cabeza lo tuve claro: yo quiero entrenar con éste tío, ¡pero ya! Ese día me interesé por sus servicios, pero me comentó que si estaba con otra gente y tenía mis objetivos para la temporada, lo mejor era que acabara con ellos y nos veíamos después del verano (otro detallazo).

Organización, seriedad, afán de disfrute y perfeccionismo son sólo algunas de sus cualidades como entrenador. Además es una excelente persona, ¿se puede pedir más? Lo mejor son las sesiones presenciales, a las que me he apuntado hace un mes. Conocimientos y tecnología para una observación real y virtual, unos materiales de entrenamiento de lo más modernos y actualizados, y una capacidad de improvisación para implementar ejercicios personalizados y mejorar tus déficit in situ. No hay palabras, excelente servicio.

Nunca había nadado más rápido y sobre todo, más eficientemente. Lo primero lo corroboran mis 1700m en 30′ (hombre no es el récord del mundo, pero tan contento que me tiene bajar de 2’00″/100m a 1’47″/100m, me parece un buen progreso). Lo segundo lo nota mi cuerpo. Ahora lo escucho, lo entiendo y lo siento. Ahora ya no me peleo contra el agua, ahora intento esconderme de ella, fluir con ella y atravesarla a través de un tubo imaginario deslizándome sin que me note… Lo primero está guay. Lo segundo es la clave. Y la clave me la dio Joel.

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